Los últimos acontecimientos de Colo Colo, en especial las declaraciones de su ex entrenador contra los empleados del club, demuestran que hay problemas de fondo, derivados de la capacidad de los gestores del club para tener la inteligencia emocional necesaria frente a los estamentos deportivos que dan vida al equipo de futbol.
Si bien la llegada de inversionistas ha traído recursos frescos al fútbol y con ello el finaciamiento operacional de los clubes aún no está claro que sus administraciones son buenas.
Hay superávit operacional (los ingresos son superiores a los egresos) y en aquellas S.A. que aún dicho superávit no es posible hay dinero en caja para cumplir con los pagos.
Sin embargo, en la gestión diaria parece que hay problemas que se deben solucionar si dichos clubes quieren maximizar sus utilidades y crecer sostenidamente en el largo plazo y no sólo recuperar la inversión en lo inmediato.
Colo Colo ha ganado dinero y sus accionistas dividendos porque ha transferido jugadores que se han valorado por decisiones deportivas y no administrativas. Pero, también Colo Colo ha dejado escapar de las manos activos muy valiosos (el entrenador por ejemplo) porque en la gestión diaria los jugadores no se tratan como debieran y las relaciones laborales se limitan a pagar el sueldo.
En el mundo de la gestión moderna, el crecimiento sostenible lo hace un grupo humano comprometido y para ello los administradores (no los dueños) deben aprender la lección de la salidad de Borghi: no basta con el pagar el sueldo, eso es muy básico para ser gerente y elemental cuando hay dinero en abundancia. Hay que ser capaz de generar compromisos emocionales con el futuro de la empresa y eso no está ocurriendo. Un aviso para los dueños de Colo Colo y de paso para los de la U y todas las demás S.A. El problema de gestión del fútbol no se limita a pagar sueldos cada 30 días, una abuelita millonaria también lo haría. Falta generar valor y compromiso con los que dan vida al club. Falta saber de las cosas del fútbol.
Si bien la llegada de inversionistas ha traído recursos frescos al fútbol y con ello el finaciamiento operacional de los clubes aún no está claro que sus administraciones son buenas.
Hay superávit operacional (los ingresos son superiores a los egresos) y en aquellas S.A. que aún dicho superávit no es posible hay dinero en caja para cumplir con los pagos.
Sin embargo, en la gestión diaria parece que hay problemas que se deben solucionar si dichos clubes quieren maximizar sus utilidades y crecer sostenidamente en el largo plazo y no sólo recuperar la inversión en lo inmediato.
Colo Colo ha ganado dinero y sus accionistas dividendos porque ha transferido jugadores que se han valorado por decisiones deportivas y no administrativas. Pero, también Colo Colo ha dejado escapar de las manos activos muy valiosos (el entrenador por ejemplo) porque en la gestión diaria los jugadores no se tratan como debieran y las relaciones laborales se limitan a pagar el sueldo.
En el mundo de la gestión moderna, el crecimiento sostenible lo hace un grupo humano comprometido y para ello los administradores (no los dueños) deben aprender la lección de la salidad de Borghi: no basta con el pagar el sueldo, eso es muy básico para ser gerente y elemental cuando hay dinero en abundancia. Hay que ser capaz de generar compromisos emocionales con el futuro de la empresa y eso no está ocurriendo. Un aviso para los dueños de Colo Colo y de paso para los de la U y todas las demás S.A. El problema de gestión del fútbol no se limita a pagar sueldos cada 30 días, una abuelita millonaria también lo haría. Falta generar valor y compromiso con los que dan vida al club. Falta saber de las cosas del fútbol.
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