viernes, 2 de septiembre de 2011

El caso Basay

Escribo esta columna expresando mi admiración por Ivo Bassay como futbolista, y mis respetos por su carrera como entrenador. Lo ha hecho bien, merece el éxito y se destaca en nuestro medio no sólo por su trabajo sino por su forma de ser.
Dicho esto, el caso Bassay constituye una oportunidad, no para reprochar, sino para reflexionar algunos conceptos. Los reproches éticos no le hacen bien al reprochador. (Ya se animaba en la antigua Grecia a cuidarse de los que hablan de ética). Lo que nos hace bien a todos es exigir coherencia y consistencia en las actuaciones, de todos y en todos los momentos.
La profesionalización del fútbol no supone olvidarnos del compromiso con los valores y principios propios de esta actividad deportiva. Así como la responsabilidad social de las empresas no es hacer filantropía regalando a los más necesitados sino en hacer bien las cosas propias de su giro, también en el mundo del deporte la responsabilidad social de sus actores es hacer bien lo que la sociedad espera que hagan los protagonistas del deporte.
La mera legalidad no lo es todo. La responsabilidad social del deporte y los deportistas supone ir más allá de la ley, cumplir con un peldaño más de lo exigido por una norma que casi siempre va un metro más atrás de la realidad. (¡¡No lo sabremos eso los chilenos!!). Sólo así hay legitimidad, que no es otra cosa que hacer lo que se debe hacer y no solamente lo que se puede o conviene.
Si bien el fútbol profesional es una actividad con fines de lucro, ello no le da derecho a ser permisiva con principios propios del mundo del deporte. Si los valores del fair-play son la diferencia y posicionamiento social e individual que reclaman para sí quienes están en el mundo del deporte, con mayor razón dichos valores son los que deben movilizarlos en busca de su legítimo lucro.
En la alta competencia los resultados, más que los procesos, son los que mandan. Por ello, la misma legitimidad que tiene un entrenador o un futbolista para tomar nuevos rumbos cuándo ello le supone una mejora deportiva y económica, la tiene un club para cesar a un jugador o un entrenador por bajo rendimiento. La canción de los procesos, el largo plazo y la espera ante malos resultados, ya no van por el lado del alto rendimiento sino por la formación. No es signo de ignorancia deportiva de una directiva que se niega a ofrecer contrato a 4 años plazos ni respaldar a todo evento a un entrenador o a un futbolista de bajo rendimiento. Es sólo resguardar un horizonte de éxito que se ve afectado por el bajo rendimiento.
Tanto como nos parece mal privar a un deportista de acceder a un futuro mejor, no nos debe parecer bien que el club deba resignarse a perder un patrimonio deportivo por el mal trabajo de sus futbolistas o técnicos.
La oportunidad de entrenar y jugar tiene un valor y hay clubes que son una excelente vitrina. Dirigir o jugar en Santiago, o en provincias cercanas a la capital, en clubes con capacidad de invertir más allá de la media, supone reales alternativas de éxito deportivo y visibilidad en los medios, lo que construye una buena plataforma para escenarios mayores.
Los técnicos y jugadores que llegan a estas instituciones deben estar dispuestos a pagar un precio por esto: menor renta, clausula de indemnización y/o lo que la imaginación de los asesores disponga. Los clubes tienen derecho a ofrecer contratos indefinidos, que se pueden terminar con sólo un aviso. Los entrenadores y jugadores, derecho a cobrar grandes premios por objetivos. Pero nadie, a ser juzgado en su competencia o idoneidad personal, técnica o directiva por la variante económica de un contrato profesional.
Este caso ayudará a reflexionar y fijar principios de actuación para que las cosas en el fútbol chileno dejen de ser buenas o malas dependiendo de quién se trate.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Revolución en el futbol joven


Escribía en la columna anterior que el gran valor de la era Bielsa no estaba en que llegaríamos adonde jamás lo habíamos hecho, sino que apostábamos por un cambio en la estrategia y metodología. Lo que es indesmentible y digno de elogio fue que con Bielsa demostramos que las cosas se pueden hacer de forma distinta a lo que estábamos acostumbrados y con excelentes resultados.
Si miramos lo que pasa en el fútbol joven, me temo que no vamos a dar el gran salto que necesitamos.
Por ejemplo, se arma una crisis allí donde es menos relevante y seguimos apuntando a los flancos y jamás al meollo del asunto.
Se discute sobre los miembros del cuerpo técnico y los de la comisión cadetes. Se hacen declaraciones que “ahora se trabajará como nunca” ignorando que dentro de los que llegan, arriban algunos que fueron jefes de procesos anteriores donde, a contrario sensu, ¿no se trabajaba?
Lo que necesita el fútbol joven es UNA REVOLUCION. Necesita cambiar estructuras de fondo.
¿Son las categorías del fútbol joven las que deben ser? ¿Deben estar en el fútbol joven sólo los clubes asociados en la ANFP o se debe ampliar la base? ¿Qué pasa con la Federación y el rol formativo del fútbol aficionado? ¿Es la ANFA un socio amateur o hay un profesionalismo encubierto que a través de la tercera división ha matado al fútbol amateur chileno? ¿Dónde están los campeonatos nacionales juveniles que eran un foco de captura de jugadores? ¿Las ligas comunales, rurales, laborales? ¿Florece el fútbol seniors, bienvenido porque puedo seguir jugando, y muere el fútbol joven?
En una línea correcta de protección a los trabajadores se ha garantizado el contrato de trabajo a los jugadores mayores de 18 años pero, por un tema de madurez tardía del deportista chileno, se ha condenado al desempleo o al abandono de la actividad a cientos, sin asegurar una alternativa que les permita elegir en un contexto de seguridades y oportunidades ¿una victoria a lo pirro? ¿Podrá haber filiales y un régimen de traslado de categorías que permita un flujo permanente de jugadores propios sin afectar cupos y con ello oportunidades de jugar?.

¿Por qué el fútbol no utiliza los fondos del subsidio al empleo juvenil si es una gran fuente de empleo joven? ¿Por qué en plena época del e-learning donde miles de profesionales y ejecutivos se forman a distancia, los jóvenes que practican futbol en clubes de la ANFP no pueden estudiar como alumnos libres, en modalidad e-learning, en forma nocturna o 2 años en 1 por el sólo hecho de no tener 18 años? ¿Por qué el INAF no se transforma en Colegio y absorbe las demandas de alumnos que demandan horarios y programas escolares especiales afines a su condición de deportistas de alto rendimiento?
Hay temas mucho más relevantes que discutir sobre si asume Zutano o Fulano. Todos los que llegan y los que se van, han sido en su momento seguidores de la estructura piramidal (que tanto daño ha hecho al fútbol chileno) y, por ende, jefes absolutos y con plenos poderes de la formación de cadetes en sus respectivos clubes y nada hemos avanzado.
El fútbol cadetes necesita trabajo directivo, del mismo nivel y empoderamiento que el que necesita el la Liga Profesional y la Selección. Un trabajo en el lugar adonde deben trabajar los dirigentes de verdad: afuera de la cancha.
Hay mucho que hacer ahí con alto impacto en el trabajo al interior de la cancha: Educación, Empleabilidad, Salud, Nutrición, Prevención de la Drogadicción y Alcoholismo, Formación en Habilidades Sociales, Promoción de Escuelas Deportivas, Descentralización y Cobertura Territorial del trabajo y formación de Técnicos para Jóvenes (con competencias y habilidades distintas de los técnicos para alta competencia), torneos internacionales, en Chile y en el exterior, giras y más partidos, jugar y jugar, etc etc.
Por ello, creo que hay que revolucionar. Mirar adonde lo han hecho bien y traer a alguien que dirija, implante políticas, cree hábitos. Que superando lo hecho por Bielsa, logre no sólo resultados y nuevos métodos, sino también deje escuela.
En el fútbol cadetes, como en el adulto, se ha demostrado que los resultados adentro de la cancha los podemos conseguir entre nosotros y con nuestros precarios métodos. Pero también sabemos que esos resultados no sirven de nada si una vez terminado el partido bajamos de la gloria para seguir viviendo en el subterráneo.