viernes, 30 de noviembre de 2012

Cosas del Futbol

“Cosas del fútbol” es la denominación en la interna para aquellos hechos excepcionales propios de la actividad. Si esos hechos ameritan reproches éticos y/o legales, se toleran en homenaje a una costumbre inveterada o a la reiterada vocación del fútbol de tener sus propios códigos de actuación. Atribuirle a una cuestión el rótulo de “cosas del fútbol” es la licencia de actuación que permite soslayar cualquier obstáculo por grave que fuera éste si ocurriera en otra actividad de la vida nacional. Han pasado los años y ha cambiado la lógica social. La legitimidad y por ende la licencia social para actuar en sociedad ya no se concede a priori por razones atingentes a la historia o posicionamiento tanto de los actores como de la actividad. Hacerlo es discriminación pura y dura. Dicha licencia social se adquiere día a día, jamás para siempre y de acuerdo a la actuación y no al origen de la persona o medio donde se realiza. Que un hecho sea desde siempre rotulado como “cosas del fútbol” y que “ni la FIFA” repare los agravios que pueda generar, ya no es suficiente motivo para ser aceptado por todos. En este nuevo escenario, el fútbol debe estar atento y reaccionar con velocidad y certeza. La responsabilidad social que se le exige a los actores públicos o privados que interactúan con la sociedad es mucho más que la mera filantropía. Si bien hacer donaciones para buenas causas es muy loable, la primera responsabilidad corporativa es desarrollar con excelencia el giro propio. De nada sirve ayudar causas para la infancia, la mujer, la salud, la educación u otras, si la actividad futbolísticamente propiamente tal no se alinea con los valores que precisamente motivan dicha filantropía. Por eso, ciertas preguntas que hasta hace poco se respondían internamente, con códigos propios y de espalda a la comunidad, hoy ameritan una respuesta contundente y corporativa. Una correcta respuesta a estas preguntas sociales es una herramienta de legitimidad social mucho más potente que todas las causas solidarias que estamos apoyando. No es trivial el debate sobre la forma del despido de Borghi; sobre la renuncia de Carvallo ad portas del sudamericano; sobre la pertinencia de la designación de Osses en la reciente definición de play off; sobre la continuidad de Labruna en Colo Colo por la versión falsa de su accidente del tránsito. Tampoco puede seguir esperando el debate sobre la contratación de jugadores rivales cuando aún no finaliza el campeonato; sobre la simulación de faltas de los jugadores en cancha o la inhabilitación proactiva de éstos al enfrentar en instancias finales al club que será su próximo empleador; sobre la falta de disciplina física de los deportistas profesionales; sobre la falta de capacitación de los diferentes estamentos; sobre el cumplimiento de objetivos y eficiencia de las asociaciones gremiales y/o sindicatos que existen en la industria; etc. Si el fútbol - dirigentes, jugadores, técnicos, árbitros y otros actores conexos- respondemos estas preguntas no sólo ganará una actividad en la que abundan las personas y los gestos nobles. También habremos ganado como país un portavoz social que, sin dar lecciones morales a nadie y a partir de su propio crecimiento, pueda exigir a otros estamentos públicos y privados la misma evolución y comportamiento. ¡Nuevas prácticas y costumbres que no sólo las necesitamos los pichangeros!

jueves, 15 de noviembre de 2012

Sociedad, Confianza y Futbol

El Barómetro de la Felicidad, realizado por la Universidad Católica para Coca Cola deja establecida la baja confianza de los chilenos en vecinos, amigos y redes sociales. La desconfianza afecta la construcción de capital social elemento clave para generar sociedades desarrolladas y personas felices. Una de las herramientas que disponemos para construir confianzas es el deporte, actividad que fomenta valores personales. Es habitual escuchar que lo que potencia el liderazgo de entrenadores exitosos o caracteriza a equipos ganadores, son actitudes y climas de confianza. Si estamos de acuerdo que el deporte es una escuela de confianza, el fútbol por su popularidad debiera ser el que más podría contribuir a instalar en nuestro país la confianza frente a lo extraño y a lo que no se conoce. ¿Asume el fútbol este desafío? Ciertamente que no. Como en todo el deporte chileno, la instalación de valores es una asignatura pendiente. Esto no quiere decir que los deportistas chilenos carezcan de valores ni que no puedan ser ejemplos de dicha causa. Lo anterior, simplemente reconoce que es más frecuente que el fútbol chileno sea escenario de conductas contrarias a la construcción de capital social. Al hablar de escuela social e invocando el deporte en general y el fútbol en particular, los desconfiados avalan su conducta y los confiados se compran patente de ingenuos. Le hace mal a la escuela social del fútbol la discusión sobre los hábitos sociales de los árbitros por privados que éstos sean. Le hace mal a la legitimidad social del fútbol que estamentos representativos de la dirigencia y de los futbolistas se acusen mutuamente de mentir o engañar las reglas del juego. Le hace mal la opacidad en todos los estamentos y en todas las decisiones aunque no exista ninguna obligación legal, estatutaria o reglamentaria de publicitarlas. Le hace mal la violencia y la simulación. Estamos poniendo mucho foco en el negocio del fútbol. Tanto, que no vemos la tormenta financiera que ya está instalada en Europa y que tarde o temprano llegará por nuestros lares. No estamos preocupados de la escuela de vida que el fútbol representa que no vemos que detrás de la pelota, el juego y los trofeos hay valores muy potentes que, como el cimiento de un edificio, son los que sostienen invisiblemente la actividad. Aplaudo el compromiso que el fútbol chileno ha asumido con la prevención del cáncer de mamas. ¡Que sirva de ejemplo para demostrar que hay espacio para buenas causas en nuestra conflictiva convivencia futbolística!. Por ello, animo al fútbol chileno a que se haga cargo de la causa nacional que puede abordar mejor que nadie en Chile: ser una gran escuela de valores sociales que contribuyan a que seamos una sociedad cada día más confiada y más feliz.