miércoles, 22 de agosto de 2012

Una de cracks

Junto con rendir homenaje al ex futbolista y entrenador Edson Beiruth, y de paso reconocer el afecto y apoyo que Colo Colo le brindó no solo en su funeral, es bueno detenerse para reflexionar sobre los futbolistas de tercera edad en Chile. Ya hemos escrito en otras oportunidades que durante muchos años, de forma consentida por la ley, el empleador y los futbolistas profesionales, éstos no cotizaban pero se les descontaba un porcentaje de su sueldo para financiar un Fondo de Bienestar creado por el DFL n°1 de 1970. Dicho fondo, además, recibiría aportes de los clubes y del propio Estado. (*1) Lo concreto, es que el Fondo de Bienestar nunca se creó y que salvo el descuento a los futbolistas nadie más hizo su contribución. Es verdad que por un hecho natural y obvio, que no es ni desprecio ni abandono, un ex futbolista como toda figura pública, nunca tendrá el conocimiento ni la popularidad de sus años activos y la lucha contra ese aparente enemigo es uno de los procesos más duros que deben vivir quienes en su momento convivieron con la popularidad. Sin embargo, no es menos cierto que aún en el ostracismo los ex futbolistas tienen derecho a que alguien les reconozca los años trabajados y el monto cotizado por escuálido que haya sido. Lo que duele no es la soledad del ex futbolista. Lo que duele es el desamparo de quien fue trabajador profesional, contribuyó de buena fe para tener un fondo de bienestar y hoy no tiene derecho a ningún beneficio social propio de la mayoría de los trabajadores chilenos por mínimo que haya sido su ingreso imponible. Nadie es responsable directo de lo ocurrido porque hay culpas compartidas. Sin embargo, la naturaleza propia del deporte y los valores que irradia una noble actividad nos obliga moralmente a reaccionar y hacer algo. Una señal, un gesto que permita demostrar que estos cracks están vigentes. Se me ocurre que en la pretendida sociedad de garantías por la que permanentemente abogan nuestros líderes políticos y sociales hay espacio para quienes fueron los héroes de muchos chilenos. Por ello, sugiero que en una primera etapa se otorgue pensión de gracia a todos quienes han sido seleccionados chilenos para los campeonatos mundiales de 1966 y 1974. Una vez resuelto ese tema, trabajar por darle vida al Fondo de Bienestar que financiado con imaginación y colaboración solidaria permita atender con rigurosidad y transparencia casos graves y a los Centros de Día, nueva iniciativa gubernamental que es una casa de acogida en la que puedan estar ex futbolistas de la tercera edad y que les permita estar durante el día en un entorno de seguridad, cuidado, entretención y afecto. Una tarea que se puede encausar a través de la Mutual de Ex Futbolistas, entidad liderada por los ex mundialistas del 62, quienes gozan del apoyo y la confianza suficientes para liderar estas iniciativas Quienes nos hicieron felices con sus regates, su goles y juego bonito se alegrarán mucho si por una vez somos nosotros, los hinchas que crecimos admirándolos, los que les ofrecemos una gran jugada. ¡Sería de cracks.! *1 (http://blogs.cooperativa.cl/opinion/deportes/20120530160840/otro-aporte-de-los-mundialistas-del-62/)

viernes, 10 de agosto de 2012

Políticas Públicas del Deporte

Depende quien sea el interlocutor estos JJOO son considerados un éxito o un fracaso deportivo para Chile. La emoción que generó Tomás González o el aporte del Estado con la gran cantidad de dinero invertido en preparar deportistas de alto rendimiento, esgrimen como argumentos a favor. En la vereda del frente, predominan las críticas fundadas en la decepción de algunos deportistas o en la ausencia de medallas como no se ocurría desde Seúl . Participar en los JJOO en sí mismo es un mérito para el deportista. Sobre todo en un país sin hábitos, cultura ni medios deportivos como el nuestro. Es un mérito deportivo mayoritariamente individual y detrás de las historias personales queda en evidencia el esfuerzo familiar del deportista exitoso, la soledad con que éste enfrenta la mayoría de sus años de vida deportiva y las pugnas, abiertas o soterradas, de federaciones, colegas y/o entorno que le obstaculizan en vez de allanar su camino hacia el alto rendimiento. Aún así, creo que eso no debiera ser el tema que nos ocupe ya que son solo consecuencias de un mal mayor. No se solucionará el problema del deporte chileno aún cuando el COI o el IND asuman que tienen que jugar aún más activa y decididamente para solucionar los conflictos internos de las federaciones y deportistas y erradiquen de una vez las malas prácticas o nepotismos. Es más, hay federaciones que son ejemplo de organización y transparencia con muy malos rendimientos. No se solucionará el problema si cambian los perfiles de los dirigentes y deportistas. También hay pugnas, y gravísimas, en deportes considerados de élite y con dirigentes aparentemente bien ilustrados y capacitados. La principal carencia y debilidad es que no tenemos una Política Pública del Deporte, con objetivos, estrategias y medios y que nos permite distinguir entre fines y medios, trabajar y evaluar con perspectiva y mediciones objetivas. El país, la prensa y las emociones se vuelcan cuando hay una competencia que genera rating, orgullo y/o entretención. Pero se apaga la luz y todo vuelve al ostracismo. ¿Es el deporte chileno la causa social que la cobertura mediática de un buen o mal rendimiento deportivo en las Olimpíadas hace presumir? No lo creo. ¿Es considerado el deporte chileno como cualquier otra política pública? ¿Se miden los beneficios y costos? ¿Se ponderan los medios, su eficacia y pertinencia ? ¿Se discute de deporte en el Parlamento, en las Universidades, en los Foros de Opinión? Creo que no. Así como confundimos el derecho deportivo, que es el conjunto de normas y reglas que rige la actividad deportiva, con el derecho al deporte, que es la legítima facultad del ciudadano de acceder a la práctica del deporte, también confundimos una política deportiva con un plan de construcciones, actividades, financiamientos y/o capacitaciones en deportes. Nos hace falta un debate nacional, amplio e informado, para definir la visión deportiva del país; la misión de los órganos rectores del deporte y la estrategia que utilizaremos para hacer de este país un grupo humano que práctica deporte y de paso crea las bases para el alto rendimiento. Hay que crear un circuito virtuoso que une indisolublemente a aquel que hace deporte solo para entretenerse con quien lo práctica para competir y vivir profesionalmente de sus logros. Tendremos un país con buenos hábitos y calidad de vida, orgulloso de sus logros deportivos y con una imagen externa potenciada por deportistas de excepción que son, sin duda alguna, los mejores embajadores de la imagen país.