viernes, 10 de agosto de 2012

Políticas Públicas del Deporte

Depende quien sea el interlocutor estos JJOO son considerados un éxito o un fracaso deportivo para Chile. La emoción que generó Tomás González o el aporte del Estado con la gran cantidad de dinero invertido en preparar deportistas de alto rendimiento, esgrimen como argumentos a favor. En la vereda del frente, predominan las críticas fundadas en la decepción de algunos deportistas o en la ausencia de medallas como no se ocurría desde Seúl . Participar en los JJOO en sí mismo es un mérito para el deportista. Sobre todo en un país sin hábitos, cultura ni medios deportivos como el nuestro. Es un mérito deportivo mayoritariamente individual y detrás de las historias personales queda en evidencia el esfuerzo familiar del deportista exitoso, la soledad con que éste enfrenta la mayoría de sus años de vida deportiva y las pugnas, abiertas o soterradas, de federaciones, colegas y/o entorno que le obstaculizan en vez de allanar su camino hacia el alto rendimiento. Aún así, creo que eso no debiera ser el tema que nos ocupe ya que son solo consecuencias de un mal mayor. No se solucionará el problema del deporte chileno aún cuando el COI o el IND asuman que tienen que jugar aún más activa y decididamente para solucionar los conflictos internos de las federaciones y deportistas y erradiquen de una vez las malas prácticas o nepotismos. Es más, hay federaciones que son ejemplo de organización y transparencia con muy malos rendimientos. No se solucionará el problema si cambian los perfiles de los dirigentes y deportistas. También hay pugnas, y gravísimas, en deportes considerados de élite y con dirigentes aparentemente bien ilustrados y capacitados. La principal carencia y debilidad es que no tenemos una Política Pública del Deporte, con objetivos, estrategias y medios y que nos permite distinguir entre fines y medios, trabajar y evaluar con perspectiva y mediciones objetivas. El país, la prensa y las emociones se vuelcan cuando hay una competencia que genera rating, orgullo y/o entretención. Pero se apaga la luz y todo vuelve al ostracismo. ¿Es el deporte chileno la causa social que la cobertura mediática de un buen o mal rendimiento deportivo en las Olimpíadas hace presumir? No lo creo. ¿Es considerado el deporte chileno como cualquier otra política pública? ¿Se miden los beneficios y costos? ¿Se ponderan los medios, su eficacia y pertinencia ? ¿Se discute de deporte en el Parlamento, en las Universidades, en los Foros de Opinión? Creo que no. Así como confundimos el derecho deportivo, que es el conjunto de normas y reglas que rige la actividad deportiva, con el derecho al deporte, que es la legítima facultad del ciudadano de acceder a la práctica del deporte, también confundimos una política deportiva con un plan de construcciones, actividades, financiamientos y/o capacitaciones en deportes. Nos hace falta un debate nacional, amplio e informado, para definir la visión deportiva del país; la misión de los órganos rectores del deporte y la estrategia que utilizaremos para hacer de este país un grupo humano que práctica deporte y de paso crea las bases para el alto rendimiento. Hay que crear un circuito virtuoso que une indisolublemente a aquel que hace deporte solo para entretenerse con quien lo práctica para competir y vivir profesionalmente de sus logros. Tendremos un país con buenos hábitos y calidad de vida, orgulloso de sus logros deportivos y con una imagen externa potenciada por deportistas de excepción que son, sin duda alguna, los mejores embajadores de la imagen país.

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