domingo, 24 de febrero de 2013

Mucho más que fútbol

A medianoche del pasado Viernes 22 de Febrero pasado salió en libertad Maxim Molokoedov, joven ruso que estaba condenado por tráfico de drogas y cumplía una condena de tres años y un día en cárceles chilenas. El caso ha tenido repercusión pública porque gracias a un programa de reinserción y mientras cumplía condena, Maxim empezó a jugar futbol profesionalmente en el club Santiago Morning. En paralelo, en abril del año 2012, el Ministerio de Justicia, el Ministerio del Trabajo, el Servicio Nacional de Menores, Gendarmería de Chile, la Sociedad de Fomento Fabril, Fundación Paz Ciudadana y Telefónica Chile suscribían un convenio multisectorial de colaboración, en materia de reinserción social e incorporación al ámbito del trabajo de jóvenes y adultos cumpliendo condena o con antecedentes penales. El espíritu de este programa se centra en la rehabilitación como medio para salir de la delincuencia. Para que haya menos delincuencia, señalan los responsables, el progreso debe llegar a las cárceles y plantean el desafío que la reinserción está en nuestras manos. En otros comentarios nos hemos referido al futbol como escuela de habilidades sociales tales como trabajo en equipo, esfuerzo, tolerancia, disciplina y respeto. Hemos destacado la gran fuente de empleo que representa el fútbol para los jóvenes entre 18 y 30 años, segmento siempre afectado por escasas oportunidades laborales que llevan las tasas de desempleo juvenil al doble de las del desempleo general. El fútbol es una fuente de desarrollo y cohesión social muy importante. En las entrañas de esta actividad –invisibles para la mayoría- hay un extraordinario trabajo formativo que no se limita a preparar a un deportista de alto rendimiento. Asociamos el fútbol joven a los grandes futbolistas y valoramos su éxito por la suma de éstos. En lo personal, tanto como la cantidad de jugadores que juegan en España, Italia, México, Brasil o en ligas de menos prestigio pero muy sólidas económicamente como Rusia, Turquia, Ucrania, China, Catar, Arabia Saudita y otras, considero muy valioso el pasaporte de integración social que ofrece el fútbol a sus practicantes, incluidos los que no llegaron a la cima pero que le ganaron a la marginalidad social que les amenazaba gracias a un empleo en la industria futbolística chilena. El caso de Maxim no solo habla por él. También de un empleador comprometido. A través del convenio multisectorial, SOFOFA anima a sus asociados a colaborar con los planes y programas que facilitan el acceso de la población infractora de ley al mundo del trabajo. Desde del mundo del fútbol, Santiago Morning recoge ese llamado Los clubes de fútbol se desdoblan funcionalmente. La labor formativa los asemeja a corporaciones y fundaciones que tienen ese objetivo social en su giro. Además, son empresas que generan empleo y contribuyen a la dinámica económica de un país. En ambos rostros, sin duda que el fútbol chileno tiene falencias. Pero en ambos, tiene ejemplos dignos de imitar y destacar. Mejorar la función social de los clubes de fútbol pasa, entre otras cosas, por asimilarlos en los beneficios y apoyos que reciben aquellas entidades que tienen como giro único los mismos objetivos formativos. Mejorar su función empresarial requiere, además de los avances administrativos y directivos, que los clubes reciban las mismas franquicias y subsidios a que tienen derecho sus pares en el mundo empresarial sobre todo en materia de empleo y capacitación juvenil. Lo mejor de todo es que nuevamente comprobamos que en la esencia del fútbol viven eternamente fines nobles y de alto valor social. Por eso, en un estadio y detrás de una pelota hay mucho más que fútbol.

lunes, 11 de febrero de 2013

El Fútbol está en los cielos

Junto con expresar nuestra solidaridad con la ciudad de Rancagua, el club O”Higgins y con los familiares de los hinchas fallecidos en el accidente de Tomé, queremos rescatar la bella aventura de ser hincha que esconde tan escalofriante hecho. Millares de chilenos se reúnen en torno a la pasión del fútbol para realizar actividades que van dando sentido a su rutina diaria. No sólo como hinchas de un club de futbol profesional. También en miles de clubes de futbol aficionado en los barrios, poblaciones y campos chilenos. Cada fin de semana, anónimas delegaciones de futbolistas se trasladan de una ciudad a otra en las más diversas condiciones de transporte, animados por la ilusión de la actividad planeada la cuál no sería posible sin el grupo ni en otras circunstancias. Partidos dentro de la comuna o interprovinciales. En medio de complicados y desconocidos caminos rurales. O por autopistas con demasiados autos y sorprendentes velocidades. Generalmente movilizados en vehículos que a duras penas sirven para una secundaria rutina de trabajo pero que para esa ocasión se visten de pullman porque sin ese “desvencijado” nada sería posible. En este país, en que construimos barrios y viviendas para que nadie nos vea, tampoco vemos a nadie. En este país, en que en áreas básicas y visibles o en las mismas barbas del Estado, no se cumplen contratos ni leyes, es casi un imposible pedir a los más cumplir con importantes normas que se miran por insignificantes a la luz de la vorágine de la aventura y el contexto de los aventureros. Hay que descorrer el velo de aquellos estadios que no acostumbramos a ver en los reportes televisivos para mirar a los nuestros, arribados desde remotos sitios, para preguntarnos cómo llegan hasta allí. ¡Cómo pueden! Y la mayoría de los chilenos sólo pueden hacerlo en un bus de 25 pero subiendo 37, porque la niña no ocupa cupo, puede ir al medio y no se preocupe amigo que la llevo bien tomada….. Entrando 20 y pagando 15 porque el cabro chico no va a ver el partido jefe…..……. Comprando para 10 y comiendo 20, total ahí nos arreglamos y algo inventaremos. Es el país del PIB europeo que habitamos.Sólo el PIB. Faltan sueños,ilusiones,esperanzas Y esos son los hinchas. Los que tienen rostros de niños que juegan a ser héroes siguiendo al capo de provincias. O al curi, al furia, al albo, al león y a muchos más. Y son más, muchos más. Y son anónimos, mucho más anónimos. Más que los que no siguen ni recorren, solo agreden. Mucho más que los que dan últimatums o ponen condiciones para asistir. Pero el número solo importa para votar. En todo lo demás no importa. Si los 4 de allí son delincuentes, los 4 mil de acá ,también lo son. Ha ocurrido una tragedia no porque el fútbol es trágico ni maldito. Ha ocurrido porque miles de jóvenes chilenos sólo tienen lugar para sus sueños en la barra de su equipo. Acompañarlo, (¿o alejarse por un rato de lo propio?), les endulza la vida. Un sueño caro. Caro porque se sueña no sólo al equipo. Se sueña la vida porque lejos del equipo, la vida no te deja soñarla. Caro, porque conoces muy tarde el precio del pasaje. Cuando miras las caras de los rancagüinos caídos, tienes que ver a los muchos que siguen vivos a pesar de correr la misma aventura. La misma. Por los mismos caminos, en los mismos buses. Por siempre. Son los que el fin de semana lloraron por ellos en las tribunas de su equipo a lo largo de todo Chile. Cuándo mires las caras de esos niños, verás la de miles que esperan que por fin los veas. Allí, agazapados en una tribuna, escondidos en una bandera, curvados por el peso de un bombo, saltando por un gol, rumiando por una derrota. Diciéndose a sí mismo que si pudo “el Huachiturro”, “el Pitbull” o “el Celia”, también puedo yo. ¡No sólo con el fútbol, con la vida! Son los niños del fútbol. No son los violentistas del tablón. Son los jóvenes que no queremos ver y que sin ellos no podríamos ser. Son bienvenidos en el cielo, al que tanto miraron junto a su crack cada vez que hacían un gol para sus colores. Muchachos de Rancagua descansen en paz. Ustedes son la mejor prueba que la pasión por el fútbol es una pasión de paz. ¡No están solos, se fueron antes!

martes, 5 de febrero de 2013

Sub 20: Turquia mucho más que un mundial

La clasificación de Chile al Mundial Sub 20 es un hito muy importante que trasciende los beneficios deportivos. Muchos esfuerzos confluyeron para este éxito. La ANFP sumó recursos económicos y directivos para el proceso de preparación. Fernando Carvallo –amén de su discutible decisión de renunciar pre y no post campeonato- conformó el grupo con una reconocida capacidad. El actual líder Mario Salas, un entrenador muy bien preparado, con formación universitaria de profesor de educación física y con gran experiencia como futbolista de alta competencia, tuvo el coraje de asumir un difícil desafío. Los más Importantes protagonistas de este triunfo son los jugadores. La mayoría tiene talento natural aunque mucho camino por recorrer para constituirse en futbolistas y deportistas de alto rendimiento. Por ello, el Mundial de Turquía también en una oportunidad para revisar nuestro trabajo formativo que, salvo honrosas excepciones, tiene muchas asignaturas pendientes. Una tarea en la que la ANFP y la Federación deben colaborar con los clubes para superar obstáculos, algunos propios del mundo del fútbol y otros más estructurales y de naturaleza país, que ayudarían mucho a mejorar el trabajo de cada institución. Volvemos a insistir que la formación de futbolistas es tarea de los clubes y no de las selecciones. En lo netamente futbolístico, creemos que el mero talento natural, “la calle” ya no es suficiente. Hay que incorporar lo académico y lo multidisciplinario al trabajo formativo con la humildad propia del que sabe que siempre se puede aprender más. Incorporar la psicología y el trabajo social; desarrollar las habilidades sociales de los jóvenes a través del “coaching”; prevenir el alcoholismo, drogadicción y la deserción escolar, son variables que potencian el trabajo formativo; no afectan el entrenamiento futbolístico y no atentan contra el legítimo e indelegable liderazgo del entrenador. Lo fácil es apuntar a las debilidades pero no vale la pena perseverar en las carencias que todos observamos en Mendoza y que reflejan una realidad no sólo del fútbol sino de la sociedad chilena. Los clubes profesionales, la ANFP y la Federación necesitan de colaboración en recursos y en programas para abordar carencias que tienen su origen en causas más allá del fútbol. ¡Mucho hace el fútbol socializando a través de los valores del deporte a los jóvenes para exigirle que, además, supere carencias propias de la realidad social de nuestro país! Por ello, es tarea de todos abordar una solución. Hay muchas oportunidades que demandan mucha creatividad y gestión. Los clubes deben considerar la etapa formativa como una inversión y no un gasto necesario para competir en la división profesional. Seguir potenciando buenos hábitos de competencia que han ido sacando gradualmente la competencia del clima paternal de Quilín, aumentado la competitividad de todos los futbolistas en todo el país, tanto en las series menores como en la reserva profesional. La ANFP y la Federación deben incrementar su buen hacer directivo en cadetes y poner a disposición de las instituciones sus cuadros gerenciales y ampliar su gestión –muy buena en lo futbolístico y comercial- a otras esferas para identificar programas sociales a los que puedan acceder los jóvenes futbolistas como legítimos beneficiarios de políticas públicas que promueven la integración y cohesión social. ¿Por qué un joven deportista por el sólo hecho de tener menos de 18 años no puede acceder de pleno derecho a cursar su enseñanza media como alumno libre o vespertino y en la práctica es obligado a desertar de la educación media? ¿Por qué un club de fútbol, que en la práctica es centro de formación profesional que habilita para desarrollar una profesión, no accede a incentivos de formación y capacitación? ¿Por qué siendo éste un empleador de jóvenes no recibe los mismos subsidios que se otorgan a los empresarios que ofrecen empleo a la juventud? El fútbol chileno aporta mucho al país y es cierto que muchas veces el propio futbol con sus desaciertos, se encarga de minimizar dicho aporte. Pero más verdad que todo lo anterior, es el hecho que el fútbol moviliza al país entero. Demasiado importante para echarlo todo a las espaldas de un grupo de jóvenes que nos dan una gran lección con solo ganarle a la dura vida que les ha tocado vivir. Ahora que nos hinchan de orgullo por clasificar a un mundial tenemos la oportunidad de retribuirles su aporte mejorando el nuestro hacia el fútbol joven. Todos estamos en deuda. ¡No sólo el fútbol y, por cierto, no sólo con los jóvenes mundialistas!