lunes, 30 de septiembre de 2013

Unión Española Campeón 2013

Mirar el fútbol desde la Tribuna de Santa Laura transporta a Mayo de 1897 cuando los emigrantes españoles dan vida al Centro Español de Instrucción y Recreo, soporte de la futura Unión Española y con ello de una buena parte de la historia del deporte chileno. Historia que se construye tanto en la desaparecida sede de Carmen 110 como en el viejo caserón de la Plaza Chacabuco, llamado el estadio del fútbol chileno pero siempre remodelado a pulso y con recursos propios. Los compañeros de grada ya no son los amigos porque los hijos de unos y los nietos de otros ocupan su lugar. La distancia que hacía inalcanzables a los futbolistas hoy es cercanía que permite reconocer a las buenas personas que hay detrás de los cracks. Unión ha jugado nuevamente un campeonato a gran nivel y juega acompañada del afecto popular por donde quiera que vaya, convirtiéndose en el mejor embajador hispano en estas tierras ya que transmite el sentimiento de agradecimiento y afecto por Chile de los emigrantes fundadores. A la séptima estrella nos guiaron las del 43, 51, 73, 75, 77 y 2005. Nos protegieron desde el cielo el “Nano” Fernández; “Pancho” Urroz, el “Gaita” Beperet y el “Chico” Cremaschi que se reúnen con los curas Carlos Alonso y José Goyena en tertulias de fútbol amenizadas por la prosa mítica de Julito Martínez (JM). Junto con expresar nuestro afecto y respeto por el “Coto” Sierra, quien junto al “Nino” Landa está en la galería de los inmortales del club, hay que resaltar su trabajo y liderazgo extraordinario. Un hombre joven pero maduro y experimentado en instalar visiones, dirigir grupos y leer partidos. Hay que estar hecho de buena madera, como José Luis, para soportar la presión ambiente e instalar exitosamente, en pleno recinto de toros, una forma de juego que deja de lado la furia sin renunciar al genio y coraje de un torero. Hay que tener el temple de los viejos emigrantes para levantarse y volver a ser de los mejores después del tropezón de acero sufrido. El propietario Jorge Segovia, ha sabido respetar la historia y los sueños del equipo y ha transmitido una visión deportiva e institucional comprometida con la causa de los hinchas y cercana a la colectividad española de todo Chile.. El directorio, presidido por José María Llorente, tiene objetivos muy claros, convicción en las políticas y gran compromiso de las personas y ha podido instalar un exitoso proceso deportivo inexplicablemente ignorado por un medio que reivindica estos trabajos a largo plazo. Como una potente señal de continuidad, Unión Española está trabajando en el proyecto de construir una ciudad deportiva .El fútbol joven, que se verá favorecido con este logro, hoy trabaja en un buen complejo deportivo privado en la Región Metropolitana y tiene una infraestructura humana con entrenadores mundialistas –como Wladimir Bigorra- y ex seleccionados chilenos como Pedro González y José Luis Sánchez apoyados por un cuerpo médico, físico y coordinadores de primer nivel. No es casualidad lo que ocurre en Unión Española. Hay una política deportiva seria y se conjuga fuerza directiva, administrativa y técnica para mantener el timón en la dirección acordada a pesar de la ansiedad que en algunos momentos se apodera de los hinchas. En Unión no están los jugadores del momento pero sí los afines a un grupo humano y funcionales a una forma de juego. Hay un modelo de gestión que aspira a la excelencia y en el que Johnny Aswhell como gerente general juega uno de sus mejores partidos de su dilatada trayectoria en el fútbol chileno acompañado por un grupo administrativo comprometido y eficiente. También vayan mis respetos a los directores Nelly Varela, Santiago Perdiguero, Jaime Segovia, Rafael Martínez y José Beas a quienes me honro en acompañar en esas tareas directivas. El fin de semana se jugaba nuestra suerte deportiva pero no estaba en riesgo nuestro espíritu y ello lo refrendó una masiva concurrencia y una emoción que vistió de rojo la tarde capitalina. En Arica e Independencia dos pujantes comunas de Chile que acogieron a muchos emigrantes españoles desde los inicios de la corriente migratoria jugaron noblemente clubes entrañables para nosotros. Arica siempre Arica; Universidad Católica, que muestra en su galería de destacados dirigentes a españolísimas familias como los Vélez, Carvallo y Bolumburu; Colo Colo, reforzado en todos los frentes institucionales por hombres de la cantera de Santa Laura como Alejandro Ascuí, Pedro García, el “León” Astengo, Juan Carlos González y el propio “Coto” Sierra. Volveremos a encontrarnos en Santa Laura y con la misma pasión que pone en el tablón la Furia Roja una incondicional compañera en esta ruta deportiva. Emocionados, recordaremos a nuestros padres y abuelos que un día salieron de España para ganarle a la vida en una epopeya digna de héroes y que están esparcidos entre Arica y Punta Arenas cobijados en más de 65 Centros o Estadios Españoles que muchas veces han sido la casa de nuestro equipo. Y a los sones de nuestro himno, con el Unión, Unión, Unión en las gargantas, aparecerá por el túnel norte un equipo que jamás olvidaremos: Sánchez; Currimilla, Navarrete, Ampuero y Berardo; Scotti, Villagra y Abelairas; Jaime, Gustavo Canales y Rubio. Olivares, Ruiz, Casanova, Mancilla, Larenas, Pavez, Cueva, Hernandez, Donadell, Castro y Gattas; Pedro Reyes, el “profe” Canessa, Ronald Yávar, Felipe Suárez, el doctor Salineros y usted. ¡Felicidades Campeones! ¡Muchas gracias héroes de Santa Laura!

Mas Deportes Profesionales

Hace algunas semanas, el destacado futbolista chileno Alexis Sanchez declaraba a medios españoles que “si no fuera por el fútbol, ahora estaría limpiando autos”. Gracias a su trabajo como futbolista rompió una cadena de pobreza que lo tendría marginado en las calles de su ciudad natal Tocopilla. Amén el esfuerzo personal que hay detrás del destacado futbolista del Barcelona F.C., la situación refleja la gran oportunidad que se esconde detrás del deporte profesional para muchos jóvenes chilenos que de otra forma no tienen escapatoria posible de su condición de marginalidad y exclusión. Es repetitivo el discurso oficial, de quienes detentan y quienes aspiran al poder político, de acabar con la desigualdad y ofrecer oportunidades de desarrollo. Pero casi todos los esfuerzos en la práctica chocan con pre requisitos que en muchas familias chilenas solo los podrán cumplir las generaciones siguientes. Salir de la pobreza ya, sin eufemismos, es lo que necesita la mayoría de la juventud chilena que pertenece a los grupos sociales que están alrededor del sueldo mínimo legal y que por las cifras que se manejan son mayoritarios en Chile. Y el deporte profesional es una escalera rápida, concreta y legítima para hacerlo. Una política deportiva que amplíe la profesionalización de deportes, remunere la práctica deportiva, incentive las organizaciones deportivas con fines de lucro en deportes como el baloncesto, ciclismo, patín-hockey, voleibol, balonmano, por citar algunos, permitiría formar deportistas que, amén de los sueldos que ganarían en las competencias chilenas, podrían emigrar al extranjero a ligas más desarrolladas con el aseguramiento integral que ello significaría para él y su familia. Las políticas deportivas las realizan las personas y si a estas alturas del partido estas tendencias no se han dado es porque los pocos que dirigen hace muchísimos años el deporte chileno no lo comparten. Por ende, una herramienta poderosa que los candidatos a presidentes y/o legisladores pueden ofrecer al país deportivo es garantizar la renovación directiva de Federaciones por el sólo ministerio de la ley. Con ello, se abren las ventanas y exploramos nuevas tendencias de gestión, arrancamos las animosidades personales, enraizadas en casi todas las federaciones chilenas, que entraban el despliegue de buenos proyectos que solo tienen la debilidad de ser patrocinados por “el enemigo”. La crisis actual de algunas sociedades anónimas deportivas, como ayer de las corporaciones de derecho privado sin fines de lucro, no son obstáculo para esta sugerencia. Sólo dan la razón a quienes sosteníamos que la naturaleza jurídica de la institución era una cuestión y otra muy diferente era la calidad de gestión de la misma. Por eso, no es la sociedad anónima la que conlleva malos resultados como tampoco ayer era la corporación, sino la mala gestión de las mismas. (El campeón vigente actual es una sociedad anónima cerrada y el club mejor gestionado en el pasado era una fundación). Que se consoliden modelos de propiedad con fines de lucro, administraciones profesionales de los clubes y deportistas remunerados en la mayor cantidad de disciplinas deportivas que se practican en Chile generará un efecto no sólo en la creación de nuevos empleos juveniles y nuevas oportunidades de desarrollo y cohesión social. Incentivará la práctica deportiva en todos los niños y jóvenes, con el impacto en el desarrollo de habilidades sociales y en la prevención de males como la obesidad, alcoholismo y drogadicción. Esta propuesta es opinable y seguro habrán muchas otras que esperan salir a la luz en algún debate público y generar una gran política nacional del deporte que legitime la actividad tanto por el impacto en logros deportivos como en efectos sociales. Que el deporte es mucho más que una fuente de transpiración ha quedado demostrado hace mucho tiempo. No trabajar para desarrollarlo como la potente herramienta que es para múltiples objetivos socialmente muy valiosos es una grave debilidad del país y no sólo una inexcusable omisión en los discursos y en los programas de gobierno de todos los candidatos.

Ministerio del Deporte

Muchas voces han manifestado la alegría del mundo deportivo por la aprobación de la ley que crea el Ministerio del Deporte. Comprendemos esa alegría y la suscribimos. Desde el punto de vista del posicionamiento del deporte en la vida política nacional es un avance. La clase política chilena, los centros de estudios, los intelectuales y todos aquellos que por la irrupción ciudadana viven su ocaso como instaladores de agenda pública, jamás han considerado al deporte entre los “sueños-país”. Ningún candidato presidencial tiene en este momento algún proyecto de política pública deportiva y, menos, ninguna bancada parlamentaria participó en el respectivo debate legislativo sobre el Ministerio basado en una visión deportiva y se limitaron a discutir accesoriedades de un instrumento, sin considerar el para qué se estaba diseñando. En ese ambiente de indiferencia, el ministerio del deporte será el semáforo que indicará a las autoridades la necesidad de ocuparse del deporte permanentemente y no sólo cuando haya un hecho deportivo puntual. Sin embargo, este avance en posicionamiento no garantiza el progreso deportivo porque hay asignaturas pendientes que no serán superadas por la mera existencia del Ministerio, y será el tono y orientación de las personas y el entorno político y social quienes dirán la última palabra. Por ejemplo. ¿El presupuesto asociado a este ministerio concentrará todos los fondos públicos destinados a la práctica deportiva para asegurar la idoneidad deportiva del gasto o se dispersará en otras carteras como ocurre hoy con educación y salud, por citar dos ministerios? ¿La dualidad de funciones que se plantea entre SEREMI e IND, dualidades habituales en el mundo del deporte con las separaciones tajantes entre Estados Nacionales y organismos como el Comité Olímpico o la FIFA, supondrá limitación, bloqueo y/o inmovilismo por superposición de funciones o hay estrategias definidas en contrario? Que el Ministerio se focalice en materias estratégicas y de política deportiva y se resista a abordar temas propios de la asignación de recursos y la transpiración propiamente tal es muy importante porque lo que entusiasma a todos en el mundo del deporte no es mirar “más allá de la contingencia” y por ende se necesitan buenos mecanismos reglamentarios que lo garanticen. La fiscalización de los proyectos tiene muchas aristas. Si bien es importante la económica, que correctamente en las manos del SII y busca garantizar buen uso de fondos públicos, la fiscalización deportiva es también importante para controlar la viabilidad, excelencia y funcionalidad de la actividad financiada, directa o indirectamente, por el Estado. El éxito de una política deportiva no se mide en cantidad de proyectos ni en porcentaje de buen uso de los recursos. Esos son hitos que hablan de gestión, masividad, honestidad cívica pero no de calidad y eficacia de una determinada política deportiva. Debe haber una mirada fiscalizadora sobre la excelencia y funcionalidad de los proyectos para la política deportiva nacional. ¿Quién está en la calle apoyando y asegurando la sostenibilidad de las acciones contenidas en los proyectos? ¿Quién garantiza que lo que se pone en práctica es una actividad que desarrolla nuestra política e institucionalidad deportiva y no se restringe, por ejemplo, a una mera activación comercial? El Ministerio ya existe y junto con aplaudirlo como iniciativa interesante, pero no agotada, es hora de iniciar desde ya un debate sobre la Política de Estado sobre el Deporte. Es el momento de saber de los futuros presidenciables por qué van a medir al Ministro del Deporte y qué esperan de su gestión. ¿Cómo se complementarán las actividades del ministerio con aquellos programas de salud, recreación, educación y de prevención de la delincuencia que utilizan como la práctica deportiva como medio para dichos fines?; ¿O con los planes de creación de infraestructura deportiva urbana y rural para mejorar la calidad de vida y urbanismo en barrios y poblaciones? Tarea difícil porque dichos programas los lideran con mucho celo, de forma autónoma e independiente, y muchas veces descoordinada, los ministerios del Interior, Salud, Desarrollo Social, Justicia, Educación, Vivienda y Obras Públicas, entre otros organismos públicos. En el amplio mundo de los beneficios y subsidios directos e indirectos que existen en Chile, en mundos como el de vivienda, tributarios, educación, trabajo, es el momento de saber si al Ministerio se le otorgarán herramientas para incentivar la ampliación de estos beneficios a los deportistas, sus padres, clubes, asociaciones y/o federaciones. Bueno saber el margen de acción del Ministerio del Deporte con el Ministerio de Educación, no sólo en la histórica aspiración de las horas de educación física y las facilidades de estudio para deportistas en las universidades, sino también en la malla curricular de los centros de formación de profesionales del deporte para que los estudiantes no desperdicien tiempo, dinero e ilusiones en carreras que no tendrán empleabilidad alguna a la luz de nuestras políticas y necesidades deportivas. Sería interesante conocer el rol que desean jugar los Municipios, las Gobernaciones, las Intendencias Regionales y los CORE en el desafío de descentralización geográfica del deporte ya que un potente medio de desarrollo deportivo es asociar la práctica de un deporte con una localidad geográfica como por ejemplo, Curicó y el Ciclismo o Valdivia y el Remo. La creación del Ministerio del Deporte es una invitación, muy buena y oportuna, a iniciar un camino de largo aliento pero no es la solución automática a problemas centenarios. Una invitación a las Federaciones, Asociaciones y Clubes para invertir en su desarrollo organizacional, ser actores relevantes del nuevo escenario deportivo y, de paso, legitimarse socialmente. Una invitación a abrir pronto el debate pendiente sobre la gran misión: la política deportiva nacional.

Una oferta irresistible

En medio de la polémica entre el Comité Olímpico Chileno con la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile por los Juegos ODESUR hay espacio para visualizar una extraordinaria oportunidad. En la presentación del Comité Organizador del Campeonato Mundial de Fútbol Sub 17 del año 2015, el presidente de la ANFP Sergio Jadue ha ofrecido la capacidad de gestión del fútbol chileno para apoyar a las federaciones, asociaciones y clubes deportivos afiliados al CCOO y colaborar en la gestión de sus propios giros deportivos de cara a una mejor preparación para los Juegos ODESUR. Conociendo el espíritu y compromiso país de los dirigentes del fútbol chileno, estoy seguro que no sólo habrá coordinación de horarios sino toda la colaboración posible para que los ODESUR tengan el éxito y posicionamiento público que la magnitud del evento demanda . Después de estar involucrado activamente en el deporte amateur y profesional, en Santiago y Provincias, en el fútbol y en otros deportes federados, soy un convencido que la asignatura pendiente más importante del deporte chileno es la gestión de los clubes, asociaciones y federaciones. En Chile sobra infraestructura deportiva. Sin embargo, carecemos de capacidad de gestión adecuada que permita explotarla para beneficio concreto de los ciudadanos. La gestión de los clubes, de las asociaciones y de las federaciones es pobrísima. Pero no podemos discriminar que la falta de preparación académica impide una buena gestión directiva. Muchos de los más grandes empresarios de este país lo hicieron todo sin más formación que su espíritu emprendedor. Más que títulos profesionales, no hay en el voluntariado directivo nacional tiempo suficiente para dedicarse a las complejas y múltiples labores administrativas que demandan sus clubes. Además, la mayoría de los miles de dirigentes que anónima y gratuitamente movilizan deportivamente al país, no tienen los recursos económicos personales para hacer del mecenazgo la fuente de financiamiento de la administración de sus clubes. Se necesita apoyo en la gestión diaria de la verdadera columna vertebral de la organización deportiva chilena. Por la falta de tiempo de los directivos, faltan manos que ayuden a ejecutar las cosas en los clubes, las asociaciones y también en muchas federaciones, incluido el propio fútbol chileno. Para financiar los proyectos deportivos no es necesaria la filantropía directiva. En Chile sobran recursos económicos para el deporte. Sin embargo la accesibilidad a los mismos aún es difícil. Los clubes, asociaciones y federaciones deben sortear muchas trabas burocráticas para conseguir ayudas económicas y/o beneficios tributarios para las donaciones deportivas. Tal burocracia, injusta e inexplicable, ha hecho que los concursos para obtener recursos del estado terminen siendo rehenes de empresas de gestión deportiva que tienen como giro principal postular a estos fondos y organizar eventos deportivos en paralelo, si no en desmedro, del deporte federado. Para el país deportivo de a pie, la oferta de la ANFP es irresistible. Contar con el apoyo de la estructura administrativa de la ANFP sería el mejor refuerzo y el más idóneo aporte a unos Juegos ODESUR de excelencia.

Cuidemos el Fútbol

Reconozco que la actividad del fútbol es muy competitiva, impulsiva y apasionada. En homenaje a esos “gatillos” se justifican muchas actuaciones personales e institucionales y se tolera, incluso, que en algunos casos la contienda verbal cause agravio o perjuicio a la honra personal e institucional. Conozco muchas actividades competitivas. También a muchos líderes empresariales que se caracterizan por la pasión que ponen en sus actos. Los grandes transformadores, por otra parte, se caracterizan por romper moldes, contradecir paradigmas y, a veces, ser muy poco empáticos. Sin embargo, a diferencia de lo que vemos en el fútbol, todos muestran un margen de respeto y cuidado por la actividad misma que les convoca. La “coopetencia”, entendida como la cooperación entre actores competitivos, es una constante en las historias de éxito. Hay muchas industrias en las que sus actores compiten ferozmente y sus líderes se critican sin ambigüedades. Pero hay un terreno que les pertenece a todos y que todos cuidan. Es el sustrato ético que legitima y da la licencia social a la actividad y también a sus protagonistas. En la sociedad contemporánea todo debe hacerse de frente a la comunidad. Los ciudadanos, clientes o no, exigen un comportamiento responsable tanto en el desarrollo del giro de la empresa como en el desempeño personal y profesional de sus gestores, directivos y propietarios. No se consigue la legitimidad social aportando a causas benéficas como quien aporta al menesteroso en el semáforo. Si en el ejercicio de las tareas propias de la actividad no hay un comportamiento consistente, dicha colaboración, por emocionante y valiosa que sea, se percibe por la comunidad como un mero disfraz para ocultar malas prácticas. El fútbol chileno es una actividad económica relevante para el país. Mueve muchos millones de dólares y emplea a miles de personas mayoritariamente jóvenes y con sueldos que exceden con creces la media de salarios de la economía nacional. Moviliza a millones de consumidores y presenta tasas de fidelidad que ni el más sofisticado “club de clientes” consigue en otras industrias. Si hacemos una tabla de posiciones de las actividades económicas relevantes para el país, el fútbol profesional está en la parte alta de la tabla. Las debilidades en institucionalidad y gestión en el frente interno y la amenaza de la industria del ocio en el frente externo, son riesgos que el fútbol puede solucionar porque tiene atributos y actores para ello. Sin embargo, jamás podremos echar a andar esta virtuosa maquinaria si el propio fútbol no se cuida a sí mismo ni cuida a sus protagonistas. Es común escuchar graves acusaciones entre actores o de terceros en contra la actividad y pareciera que nadie repara en el daño que dichas polémicas generan al fútbol. No existe ninguna instancia del fútbol que investigue o movilice a las fiscalías a investigar la existencia de los hechos delictivos denunciados en esas polémicas lo que de suyo sería muy beneficioso aun en los casos que la identificación de los participantes sea compleja. Si se comete delito, la sociedad se ha dado los mecanismos necesarios para perseguirlos y castigarlos. (Es más, hay obligación ciudadana de dar noticia a la autoridad cuando se tiene conocimiento de un hecho delictivo). Lo que no se puede hacer es justicia por propia mano. La competitividad, la pasión y la convicción son posibles en el fútbol. Polemizar con fuerza también. Pero no son necesarios los agravios. Sale gratis agraviar en el fútbol. Gratis para el agraviador. Gratis incluso para el que busca contenido y rating. Pero sale muy caro para el fútbol como actividad social si los hechos denunciados no revisten caracteres de delitos o las personas inculpadas son inocentes; carísimo si habiendo hechos delictivos no son acreditados o personas culpables que no son investigadas. Cuidar la polémica y la denuncia al voleo no supone encubrir nada. Simplemente es aplicar uno de los principios básicos que pregona el fútbol: el fair play.