sábado, 25 de febrero de 2012

Gestión de Multicanchas

Recorriendo comunas del Gran Santiago y del resto del país, he podido constatar la gran cantidad de multicanchas abandonadas o sin uso en barrios con numerosa población.
El argumento más usado para explicar el abandono de dichas instalaciones es la falta de interés de los jóvenes. Sin embargo, una vez establecido el diálogo con los habitantes de la zona empiezan a debilitarse los argumentos que aparentemente justifican el abandono o desuso.
Ocurre que en muchos barrios, la mayoría de los vecinos son adultos mayores o hay matrimonios jóvenes con niños en edad pre escolar o básica y como la infraestructura sigue siendo la estándar de dos arcos de baby fútbol y dos tableros de baloncesto parece lógico que no haya usuarios. En otras, la actividad merece ser entretenida, novedosa y bien organizada para que sea atractiva para el público joven.
Entonces queda en evidencia que es la característica y calidad de la infraestructura y oferta deportiva una barrera mayor que el mero interés.
La solución es adecuar la oferta deportiva-recreativa a los intereses de las personas. Para ello, el método más eficiente es destinar un gestor que se haga responsable de un plan deportivo y recreativo que haga posible el uso efectivo de la infraestructura.
Para el buen cometido de su labor, el gestor estará obligado a conocer quienes viven en el barrio, sus necesidades y preferencias. Ello garantizará que en dicho espacio físico se realicen actividades de interés para el grupo humano residente en el barrio y con ello empezará a gestarse un movimiento social en torno la multicancha con muchas externalidades positivas.
Para facilitar el trabajo de dicho gestor de la infraestructura, las multicanchas podrían estar insertas en una corporación de derecho susceptible de recibir donaciones por ley y con ello apoyar el financiamiento de las actividades que el gestor planifique, incluidas obras de mejoramiento.
La gestión la pueden hacer personas naturales o jurídicas, debidamente capacitadas, supervisadas por el Instituto Nacional del Deporte y con garantías del uso eficiente de los recursos y de la idoneidad del contenido de la oferta deportiva que se imparte.
Nos imaginamos un profesional con conocimientos deportivos y de gestión involucrado en dar un uso continuo a la infraestructura que se le ha delegado, no solo porque es su trabajo sino porque detrás de su capacidad de dinamizar la vida social y comunitaria va a generar una oportunidad concreta de desarrollo humano.
Alcaldes, autoridades vecinales y deportivas debieran incluir entre sus objetivos prioritarios y permanentes el transformar a la multicancha en un centro de encuentro de personas cada vez más recluidas en sus domicilios por temor, carencias o soledad.
Estoy convencido que vecinos y profesionales del deporte y la recreación, aprovecharían la oportunidad en un país que, por las características de nuestras viviendas sociales, millones de compatriotas sólo tienen como patio la multicancha de su barrio.

Asignaturas Pendientes

El deporte chileno avanza y consigue logros en los campos deportivos que no son frecuentes. Los Panamericanos y la Copa Sudamericana son testigos de esta realidad. Parece claro que nuestros deportistas son capaces de competir y ganar en la contienda internacional.
Aunque muchos creen lo contrario, estimo que el despegue de nuestro deporte hay buscarlo afuera de la cancha. Allí hay muchas tareas y muy pocos dispuestos a trabajar en ellas.
Todos quienes están alrededor del deporte privilegian ocuparse de temas propios de la competencia deportiva y son contados los que asumen tareas alejados de la práctica y el rendimiento propiamente tal. Muchos influyendo en unidades técnicas, pautas de entrenamiento, etc. y muy pocos en la logística, implementación y capacitación para crear las condiciones necesarias para que los deportistas desplieguen todas sus potencialidades.
Un gran entrenador de fútbol joven, seleccionado chileno y mundialista, el “superclase” Mario Moreno insistía en el amplio campo de trabajo que teníamos los dirigentes afuera de la cancha y alejados de la pelota para olvidarnos de influir en la selección de jugadores, formación del equipo, tácticas de juego o sistemas de entrenamiento.
El ejercicio directivo en el ámbito técnico debiera enfocarse en la designación del responsable deportivo y dejarlo trabajar en las mejores condiciones. Pero la tarea directiva no se agota con la elección de entrenadores y la conformación de planteles. Recién ahí empieza el trabajo directivo.
Hay que potenciar el trabajo afuera de la cancha en todas las disciplinas deportivas del país. Por ejemplo, en el fútbol joven, tema que conozco más que otros deportes, hay muchas tareas para conseguir facilidades de estudio; apoyo en transporte desde y hacia los lugares de entrenamiento; alimentación y medicina para deportistas; asistencia social; formación integral en valores; desarrollo de habilidades sociales; infraestructura deportiva; gestión de campeonatos; generación de ingresos necesarios para financiar los gastos operacionales.


Cuándo revisamos las estructuras de gestión, el contexto logístico, la formación y apoyo extradeportivo al practicante y sus entrenadores, nos encontramos con muchas carencias. Estas no son de alto costo ni demandan grandes inversiones. Exigen gestión, aprovechamiento de sinergias. En suma, vocación de destinar allí el tiempo del voluntariado directivo aunque sea menos glamoroso y con nula visibilidad pública.
Así como hay deportistas capaces, también hay infraestructura suficiente en Chile. Lo que ocurre es que las instalaciones las dejamos estar, abandonamos a los clubes de barrios y a los deportistas aficionados que practican en ellas , ignorando que son ellos los ciudadanos que más y mejor derecho tienen en la materia.
El deporte chileno no necesita obras faraónicas ni políticas revolucionarias. Necesita sistematización, foco y objetivo alcanzables. Apoyo afuera de la cancha a los protagonistas.
Debiéramos darle el carácter de verdadera política pública al deporte, no en vano es un derecho ciudadano. Asumir de una vez por todas que los réditos sociales de la actividad deportiva son más que suficientes para destinar en ella más tiempo, más recursos y más gestores.