viernes, 15 de abril de 2011

Arbitrajes

Todos coinciden que el nivel de los árbitros chilenos ha bajado. Contamos con la dificultad propia del arbitraje, lo imprevisto, subjetivo, discrecional que supone ver falta en una acción que transcurre en una fracción de segundos y resolver en el mismo breve tiempo. Todo con el clima ambiente, el stress de la actividad, el cansancio propia de una actividad física intensa y de 90 minutos, etc. Sin embargo, coincidiremos que hay cosas de conocimiento, estilo, interpretación, rendimiento físico, ubicación en la cancha, que pueden ser gestionadas sin importar la naturaleza aleatoria del arbitraje. Para eso, debe haber una política institucional clara y recursos adecuados. Hay que generar una revolución en el sistema. Innovar en captación y formación de los recursos humanos interesados en arbitrar; aumentar las experiencias prácticas previas; la capacitación de los árbitros en actividad; los cursos de educación en reglamentos para árbitros, jugadores y otros actores vinculados a la actividad y con ello cuidar la legitimidad de la actividad referil; etc. etc. Este es hoy el desafío mayor que tiene el fútbol chileno después de la violencia en los estadios. La Selección como producto y como vehículo de imagen corporativa del futbol, del deporte y del país está firme aun cuando se haya producido el cambio de entrenador. Supervisar que los factores ajenos al juego pero que la sostienen como la disciplina, metodología, alta competitividad, etc se mantengan es la tarea en lo referido la selección. Colaborar con la autoridad que asumió el reto de erradicar la violencia en los estadios para que no haya espacio alguno en el seno del fútbol a cómplices, encubridores ni menos a autores de delitos de violencia en los estadios es un reto que se está dispuesto asumir y en el que no debe flaquearse a la primera crujidera que la aplicación de esta política genere. Mejorar el arbitraje está esperando el pistoletazo que anuncie la largada de este proyecto, que ya es casi un anhelo de sobrevivencia de la actividad. Si sumamos lo anterior, la calidad del campeonato mejorará porque simplemente ya no habrán excusas para no tener estadios, programaciones, rendimientos y actitudes de excelencia en todos los ámbitos y, por supuesto, adentro de la cancha y con la pelotita en los pies.

viernes, 8 de abril de 2011

VIOLENCIA EN LOS ESTADIOS


La violencia en los Estadios es un tema muy particular que a veces hace sonreir y siempre sonrojar a los ciudadanos que desean ir civilizadamente al fútbol. Sonreir por la frescura de delincuentes e indiferencia de las policías al interior del estadio. Sonrojar, por la verguenza de vivir en un país que no es capaz de ganarle el pulso a los delincuentes del fútbol. Hace sonreir la impunidad con la que actúan los delincuentes. Bandidos que comenten delitos comunes y especiales en los estadio, en el barrio y en los medios de transportes públicos en los que se desplazan a los recintos deportivos. Impunidad avalada por el actuar de la policía, aparentemente más preocupada de salir bien parada en las encuestas de percepción y simpatía ciudadana y de cuidar el trabajo evitando la farisea demanda de protección de derechos civiles del criminal zamarreado. Una policía que ha fracasado con su estrategia de seguridad que prefiere convenir y conceder espacios a los barristas para que cometan delitos menores para evitar males mayores. (Como si a usted ante un llamado de auxilio al 133, éste le sugiera que se deje robar una lavadora para garantizar que no le roben el vehículo). Hace sonrojar, cuando hablamos de que las instituciones están con todo avocadas a eliminar la delincuencia y conocemos estas perversas alianzas. Hace sonrojar cuando ciudadanos normales que, por apariencia y actitud, jamás han cometido ni cometerán delito alguno son humillados publicamente en revisiones previas y por la puerta del lado, los delincuentes ingresan libre y campantemente materiales prohibidos e imposibles de ocultar bajo la ropa: bombos; banderas; lienzos; etc. (En la final de la Universidad de Chile con Unión Española de hace 2 temporadas, el carabinero me quitó el diario porque podía ser usado como medio de agresión; ví que las barras tenían bombos y banderas) Se le echa la culpa a los clubes que no empadronan, no persiguen, no rechazan. Los que están a cargo de la seguridad pública son los fiscales, los policías y los jueces. El que responde es el Ejecutivo. Por eso, hay que investigar, perseguir y condenar sin importar la pasividad de los clubes. Puede resultar que los clubes, sí los mismos que ahora son garantes de la seguridad pública en los estadios, sean cómplices o encubridores de esos delincuentes. Falta voluntad política. Falta que dejen de reirse los delincuentes y que empiecen a sonrojarse las autoridades(policías, fiscales, jueces, políticos, etc). Es la hora que disfrutemos los ciudadanos serios.